Desde el cielo

Los restos más antiguos encontrados en la Isla Grande de Tierra del Fuego tienen una data de 12.600 años.

Los conocimientos son resultado de un procesamiento colectivo de los datos.
La mente capta, percibe y entiende por niveles de profundidad-complejidad.
La gente posee capacidad de entender en forma progresiva, y de transmitir lo que entiende.

Después de mucho ver y conversar advirtieron que regía un orden en la consecución de los fenómenos. Ese orden se lo veía impuesto desde el cielo, desde la posición de los astros en el cielo. Por eso dedujeron que una Gran Inteligencia rige todos los fenómenos, y lo llamaron: “el Gran Espíritu”, “la Gran Voluntad”.
Hace tantos miles de años que son testigos lúcidos de los aconteceres que el cielo y el suelo ya no esconden secretos para ellos.
La sabiduría se les manifiesta espontáneamente en la conducta de los árboles, los animales, el Sol, la Luna y las estrellas.

Entre ellos, los PROFETAS eran quienes tenían un conocimiento detallado de la mitología de los cielos, y por lo tanto eran capaces de entender en el más alto nivel, por eso eran quienes gozaban del más alto prestigio y jerarquía.

El cielo informa sobre las estaciones y sus frutos, los cambios de temperatura, los vientos y las tormentas.
Cada configuración del cielo informa sobre todas estas cosas.
La temperatura está vinculada con los renacimientos.
Así como en las estaciones más cálidas renacen las plantas y los animales, ellos consideran que el Firmamento es la Gran Madre, capaz de hacerlos renacer.

Una versión dice que tal vez son tehuelches, que cruzaron el estrecho (hoy “de Magallanes”) haría entre 13.000 y 10.000 años, cuando el nivel del mar estaba 20 Km. más adentro y 90 m. más bajo, pero un día aconteció una gran tormenta (el diluvio de hace 11.557 años) que borró las marcas del camino de regreso y los aisló para siempre.

Ahí, en su nuevo hogar, la existencia fue un canto que elevaban sus espíritus para armonizar con esos fuegos del cielo, y entre ellos.