miércoles, 7 de julio de 2010

Choza Hain

La Choza donde se realizaba el Hain (de forma circular) simboliza la armonía del Universo, de los cielos y la tierra. Dentro de la choza, el fuego en su centro, simbolizaba el mismo centro del universo: el axis mundi.


Los cielos eran representados por siete postes, tres en dirección a los puntos cardinales y cuatro puntos intermedios; estos “postes” son en realidad tótems.

Cada punto cardinal está representado por uno de los colores sagrados:

- NORTE – BLANCO – POTENCIA DE CONOCER LAS ARTES DE CACERÍA

- SUR – AMARILLO – RECONOCIMIENTO DE LOS FRUTAS Y PRODUCTOS ALIMENTICIOS DE LA RECOLECCIÓN

- ESTE – ROJO – POTENCIA DE ACTUAR CON VIRILIDAD
©Marta Balbi: "La potencia de actuar con virilidad"

- OESTE – NEGRO/VERDE – VITALIDAD

Este y Oeste son potencias de saber relacionadas con la actitud y la conducta.
Norte y Sur son potencias vitales relativas al alimento.
Siempre se abre la entrada de la choza hacia el Este, el sitio donde se anuncia la luz.
©Marta Balbi: "Donde se anuncia la Luz"

El supremo significado del cielo oriental indica el lugar de donde surge el líder del Patriarcado, el Sol. La potencia del Sol está asociada a la potencia de renacer. Le corresponde la coloración del poder y la fuerza.
©Marta Balbi: "La potencia del renacer".

Cada dirección es significativa y representada por un animal simbólico que a su vez está encarnado a cada uno de los puntos cardinales o direcciones del espacio, éstas son 8. El Este señalado por el Líder masculino, el Sol, y los otros siete, denominados “Espíritus de los antepasados creadores del Hain masculino” son los 7 hermanos cósmicos del Sol-Este, que ayudan a expandir la conciencia humana.
Asisten al Hain todos los jefes de familia de los diferentes harwenh, aunque estuvieran disgustados entre sí; esto pone de manifiesto el criterio de distribución del poder.
En las etnias indoamericanas cada clan o familia tiene su lugar en la representación comunitaria. Nadie es más ni menos que otro.
Cada lugar o “cielo” inscripto en el suelo del Hain designa una fortaleza-habilidad-responsabilidad que va de la vitalidad a la potencia de conocer, de la potencia de conocer al alimento y del alimento a la potencia para actuar en interacción mutua.
En el Hain no sólo se enseña-aprende sino que se asigna una responsabilidad de cuyo exhaustivo cumplimiento depende la supervivencia, tan expuesta y frágil, de quiénes se alimentan de los árboles y tienen una economía de ciclos largos.

En la choza del Hain, a la altura de los postes Norte y Oeste, en su punto medio frente a la entrada, se ubica -a partir del atardecer- el shamán, quién transmite la palabra-saber a sus discípulos:

- “Dios es cósmico, un caudal inaudito de Fuerza y Energía.


La fuerza que hay en esta tierra y en el propio cuerpo viene del Universo. El cuerpo es un potencial, con disposición, guía y propósito. Ese potencial se desarrolla sin límites.

Así, la vitalidad permite tener la potencia para andar, conocer y tener la experiencia para obtener el alimento con el que el Cosmos nos recarga de energía que es fuerza y potencia de actuar, transformándola en conductas bien dirigidas.”
No existe otra forma de sobrevivir y de prevalecer más que desarrollando plenamente la vitalidad.

Así mismo, el espacio que se encuentra entre los siete postes es el destinado para activar los bailes rituales por medio de los cuales el chamán activa la cultura tejiéndola en el cuerpo social shelk´nam.
Las danzas y ritos tienen por objeto desarrollar vitalidad, salud y energía.

- La danza y el canto desarrollan la potencia de conocer, para acceder a las alianzas con los animales de monte que permiten la caza.

- La danza y el canto desarrollan la destreza para acceder al alimento fundamental del cuerpo: las frutas, hongos y raíces alimenticias.

- La danza y el canto desarrollan la posibilidad de actuar con potencia, fortaleza y seguridad en todas las instancias del mundo y su cultura.

- La danza y el canto comunican, unen, intiman, crean empatía.

Cuando los maestros y alumnos realizan las ceremonias en el centro sagrado del Hain, los Dioses que están en las estrellas se asoman a ver y a aprobar a sus hijos que estan continuando el trabajo espiritual cósmico de formar hombres mensajeros de la Luz en la nueva generación, y estos Dioses de las estrellas entonces aprueban y anuncian a los cuatro puntos cardinales la buena nueva.

Las enseñanzas que transmite el shamán no se reciben como información o consejos que se toman o se dejan. Lo que se enseña debe crecer en los aprendices. Ellos están recibiendo el legado de la cultura, que debe convertirse en su sangre y en sus huesos. Este legado los transformará.
Así, mediante enseñanzas, bailes y pruebas los jóvenes varones aprendices van accediendo a la máxima potencia del devenir; su cuerpo se transmuta y fluye en devenir animal, vegetal, aire, agua, saber, ritualidad. De esta manera, al convertirse en adultos, estarán en todas las instancias pudiendo actuar con potencia en ellas.
Las enseñanzas forman al aprendiz para actuar con seguridad, lo integran a la naturaleza y sus leyes y lo liberan de toda traba o inhibición. Mediante esa libertad y su decisión se irán manifestando los dones potenciales otorgados por Padre / Madre Universal.


Los Dioses de las Estrellas llaman entonces a los Señores y Señoras del Día, a los Señores y Señoras de la Noche, a los Señores y Señoras del Supramundo y del Inframundo y les dicen que nuevamente miren a los Shelk´nam para ayudarles al buen despertar dentro de la LUZ SOLAR.


Los Dioses también miran dentro de los cuerpos humanos y le piden a los corazones que palpiten al ritmo del Universo; a los estómagos les piden que solamente acepten alimentos naturales que ellos mismos sean capaces de proveerse; y así hablan con muchas partes del cuerpo interior; y a la cabeza le piden que ya no se deje engañar por ningún engaño.

Para lograrlo, durante el período de pruebas la dieta del klóketen quedaba restringida a carne magra. Todos los días, debían pintarse la totalidad del cuerpo y cubrirse sus rostros con líneas blancas. Los klóketen debían deambular solos durante tres o cuatro días durante las cuales debían subsistir sólo con el producto de su cacería. Si no encontraban caza se alimentaban de hongos y raíces. Se les estimulaba al coraje, a la resistencia física, la precisión en el uso del arco, a protegerse de las tormentas de nieve y a perseguir a los animales mediante el desciframiento de sus rastros.
El aprendiz klóketen debía ser prudente y conciso, auditor atento de las sabias palabras de sus mayores, obediente, cuidadoso y activo en el trabajo, especialmente en el transporte de carne o combustible; no debía entretenerse con niños más pequeños.
Cuando maestros y alumnos estaban en acuerdo, se presentaban los Espíritus:
Ellos enseñaban lo que sabían de los antepasados, los que vivieron antes, los que estaban más cerca de lo esencial. Era entonces cuando las montañas sagradas, los bosques sagrados, las aguas sagradas, iluminaban a todos con su sabiduría.

Es importante construir la propia vivienda con el mismo modelo.
Todos ellos comenzaban a mirar y a adorar como lo hacían los antepasados; ese era el momento de comenzar el GRAN RITO DE LA CONJUGACIÓN CÓSMICA ENTRE TODO SER VIVIENTE.

El Hain es una ceremonia de gran riqueza de contenidos; en ella participa toda la comunidad. Se reunen personas que rara vez se encuentrann; los que eran enemigos entre sí participaba en el mismo Hain.

Se realizan los rituales indispensables para la perpetuidad de la sociedad.

En las reuniones del Hain, el factor tiempo no importaba.
Se pasaban días enteros de charla en torno al fogón, instruyéndolos en las tradiciones hówenh, a propósito de los orígenes y las transformaciones de todas las cosas del Universo.


De muchos lugares venían los maestros; unos hablaban cosas que serán difíciles de entender; unos eran muy viejos, otros eran menos viejos; algunos danzaran y otros estaban quietos como las piedras.

Las miradas, las actitudes y las palabras de estos maestros comunicaban el mensaje iniciativo a los jóvenes klóketen.

No hay comentarios: